En 1936 la Alemania nazi de Hitler organizó los Juegos Olimpicos con la intención de proclamar la superioridad de la raza aria. Sin embargo un joven de color americano estaba dispuesto a enfrentarse a todo un régimen: era Jesse Owens.
Jesse Owens se impuso en las disciplinas de 100, 200 y 4×100 m consiguiendo además batir los 3 records del mundo.
Fue sin embargo en la final de salto de longitud en la que se vivió quizá el momento más emotivo de esos juegos. Jesse era un velocista pero carecía de la técnica necesaria para ejecutar correctamente los saltos; después de varios intentos nulos estaba a punto de quedar eliminado cuando su principal rival, el alemán Lutz Long, ídolo local y máximo favorito se acercó a él y le dijo que comenzara la batida un paso más atrás, incluso le marcó donde tenía que iniciar la carrera con una camiseta. Jesse le hizo caso y saltó clasificándose para la final donde después conseguiría la medalla de oro batiendo el record del mundo. Fue Long el primero en fecilitarle.
8 años después Luz Long murió luchando en Montecasino contra los aliados, sin embargo el alemán se convirtió en el mejor exponente de lo que representa el espíritu olimpico. La medalla de Jesse fue también la medalla de Long.
Jesse Owens y Lutz Long durante los Juegos Olímpicos de Berlín’36.
De Long dijo Owens: «Podrían fundir todas las copas y medallas que he ganado, pero no valdrían tanto como la amistad de 24 kilates que tuve con Lutz Long en aquellos momentos»